Las enfermeras geriátricas son conscientes de que la inteligencia artificial puede apoyarles significativamente en su trabajo. Pero para los líderes de Organización Mundial de la Salud (OMS), esta herramienta tecnológica, una de las más relevantes de la cuarta revolución industrial, también plantea ciertos riesgos para este colectivo, que se encuentra entre los más vulnerables de la sociedad contemporánea.
Por ello, advierten que estos sistemas tienden a fomentar la discriminación por edad o ageism, es decir, la discriminación de las personas que ya no son jóvenes. Por ello, piden a la OMS que diseñe adecuadamente estas herramientas digitales para que la recopilación de datos y la asignación de recursos estén en línea con un código de ética adecuado.
La inteligencia artificial es muy utilizada en este contexto mediante el seguimiento remoto de estos pacientes. También se usa para hacer ciertos medicamentos. Sin embargo, los expertos creen que se pueden lograr avances significativos en esta área. Por ejemplo, están convencidos de que la gestión de las camas de los hospitales se puede optimizar estudiando el desarrollo de estas personas.
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En otras palabras, se trataría de anticipar los problemas más que de buscar soluciones cuando las situaciones ya se han complicado. Y es precisamente en este punto donde surge el peligro de la discriminación por edad. La inteligencia artificial a menudo ignora este grupo de edad. En otras ocasiones, son relegados a una posición subordinada porque, supuestamente, se da prioridad a sujetos de otros grupos de edad.
En resumen, para muchos de estos sistemas, las carreras son invisibles o tienen poca importancia. Incluso los ejecutivos de la industria tecnológica dicen que estos ciudadanos tienen más dificultades que el resto de la población cuando se trata de aprender sobre inteligencia artificial. De ahí el “sesgo” denunciado por los voceros de la OMS. Además, debido a la lógica de funcionamiento de estas innovaciones, si no se dispone de información sobre un grupo, acaba por carecer de sentido.
Y como lo insignificante no es asunto de nadie, nadie le hace caso. Por ello, los técnicos insisten en que los beneficios solo se extienden a un pequeño grupo de edad si el abanico de datos recogidos no es diverso. Según la Jefa de Cambio Demográfico y Envejecimiento Saludable de la OMS, Alana Officer, las personas mayores deben estar bien informadas sobre el desarrollo de la tecnología.